enero 02, 2012

Los secretos del sabático. Primero.



He tenido la oportunidad, el privilegio y, porqué no decirlo?, el regalo de poder disfrutar de un fabuloso año sabático. Muchos quisieran hacerlo y sé que no todos lo han hecho, ni lo harán. Razones? Muchas. Pretextos? Quizás más. De ellos ya hablaremos. Por el momento me quedo con el hecho de que soy muy afortunada de haberlo podido hacer.


Quiero compartir entonces con ustedes este regalo y revelarles los secretos del sabático, de mi sabático. En este tiempo tuve ocasión de platicar con muchas personas y puedo decirles que mi mayor sorpresa fue darme cuenta de cuán incrédulos se mostraron la mayoría de que yo hubiera podido regalarme un año sabático. Se ve como un lujo o un sueño casi inalcanzable. Además, un sabático es para gente de 60 años, no de 33 (según los cánones de la sociedad).


Y es que todos quisieran hacer lo mismo, a todos se les antoja, pero muchos no creen poder hacerlo, sobre todo por cuestiones económicas según dicen. Yo por mi parte creo que el dinero es el pretexto que muchas veces encubre los miedos que son las razones reales por las que no hacemos las cosas.


En las charlas de amigos, casi invariablemente, en alguna parte de la conversación, llegaba la pregunta: ¿Pero cómo le hiciste para mantenerte todo este tiempo? O ¿Cuánto tenías ahorrado para poder hacer lo que hiciste?


Esas preguntas y el tema recurrente del dinero me hicieron reflexionar seriamente sobre cómo fue que le hice en realidad. Evidentemente las respuestas fueron siempre más allá del dinero. Porque no es solo un montón de dinero o una cuenta exorbitante lo que se necesita para realizar cualquier proyecto, incluido éste.


Así que, habiendo terminado ya oficialmente mi año sabático, hoy quiero compartirles lo que he denominado “Los secretos del Sabático”, que no son más que mis conclusiones de lo que fue necesario en este año para vivirlo a plenitud, como de hecho lo hice y mis consejos y recomendaciones para que ustedes también puedan vivirlo.



Secreto uno. Decídelo.


Puede sonar simple o bobo, pero en realidad, el primer y quizás más difícil paso es, una vez que se pensó en tener un año sabático, decidir que se quiere vivir la experiencia. Nos la pasamos soñando cosas, viajes, actividades. Algunas cosas nos gustaría hacerlas solo por saber qué se siente pero otras nos apasionan de verdad. Una vez que identifiques que quieres hacer algo, decide hacerlo.


En el inter de esos dos procesos, el deseo y la decisión, entrarán en juego millones de pensamientos que te harán estructurar complejos argumentos para no llevar a cabo tu proyecto. Que si tu proyecto laborar, que si tu casa, que si tus cosas, que si tu coche, que si tus amigos, que si tu familia. Solo decídelo y luego hazlo.


Algo importante para compartir es que al principio, no tenía claro qué haría en ese sabático. Solo sabía que si seguía haciendo lo mismo que había estado haciendo los últimos 10 años de mi vida, no sería feliz. Ni siquiera consideré el dinero en ese momento. Y el año sabático no pretendía ser de 365 días exactos. Solo sabía que quería un break, pero un break total. 

Mi hermana Paty me preguntó que si no me daba miedo. Le contesté que sí. Pero hay que aprender a convivir con nuestro miedo, es como nuestra sombra. Siempre te acompaña pero es ella quien se mueve a tu ritmo, no tú al de ella. Es solo cuando tú decides detenerte que ella permanece inmóvil. Así que si tú te mueves, el miedo se moverá contigo, quizás te seguirá, pero no te paralizará. 


En mi caso, cuando viajo me imagino que tomo al miedo con una de mis manos y con la otra mi boleto de avión y mi maleta. Quizás si el miedo no trae boleto no lo dejen pasar y se quede lejos de mí. Seguramente me encontraré con él en otro lado, pero será un miedo diferente. El otro se queda allá, en el lugar en el que se elige ser valiente y salir en busca del sueño.


Quiero contarles que una noche antes de partir de viaje a Europa, por un periodo de 3 meses, mientras estaba en el DF me entró un ataque de nervios. Comencé a tener taquicardia, estuve a punto de desmayarme en la calle, sentía que las piernas se me doblaban, estuve agarrada del brazo de un amigo durante al menos un par de horas porque sentía que quizás no sería capaz de hacerlo. Sentía una angustia terrible por la incertudumbre de lo que me esperaba en otro lugar. Y esque no era un viaje de placer; sino un viaje al viejo continente que quizás simbolizaba hacer un viaje también a lo profundo de mi ser, y eso da miedo. 


Quiero contarlo porque mucha gente me ve y me dice, - Qué valiente eres! – Pero creo que es importante que conozcan que la valentía a veces estuvo precedida por o viene acompañada de ese miedo, casi incontrolable, que si lo dejas, te paralizará y te impedirá ir tras lo que quieres.


Así que, la próxima vez que quieras algo, solo decídelo y toma a tu miedo con una mano. Quizás, irónicamente, con él te sientas acompañado, y dejes de tener miedo.

2 comentarios:

Antonio Radillo dijo...

Pues haz tu libro de una vez. Me encantó leerte y me encantaría conocer tus aventuras.

March dijo...

Gracias Toño! :) publicaré más cosas ;)